viernes, 5 de enero de 2024

Noviembre floreció el día 30

Unas son bellas y otras nada tienen de eso y todas son fruto y respuesta de algo. Son emotivas y significativas. Se convierten en alta estima, cuando están llenas de esperanzas o en signo de angustia en terreno de zozobra. Las flores son eso, y están en momentos, en días y en estaciones del año. Y siendo de esa manera ¿quién niega a la nieve como flor del invierno? Noviembre floreció el día 30, y aunque ya han transcurrido varias semanas desde aquel suceso, no quise dejar de escribir sobre lo que para mí significó el acontecimiento; y a pesar de que mis recuerdos se acentuaron más en unas horas que en otras, las cosas ocurrieron más o menos así: No sé cuántos grados bajo cero hizo esa mañana, fechada en fin de mes, pero sin duda el frío fue intenso. Conservo en la cabeza, como en una película, la víspera dominical que precedió al evento, allí quedaron para ser grabadas, las imágenes del cielo rosado, que creo yo, se mostraba estáticamente amenazador; a eso debo que mis conjeturas, que no fueron mal fundadas, resultaron ciertas, pues en las tempranas horas del día en mención, la nieve descendió. Los copos pequeños desfilaron primero, lucían como diminutos trozos de algodón, que caían al compás de un péndulo. Más tarde, cuando más intenso fue su viaje aéreo, los copos semejaban pétalos en vigorosas ráfagas, ante las miradas atónitas del público sonrojado por el frío, que no calló sus elogios provocados. Fecundamente ilusorio fue el bello espectáculo, que cobijó miedos negros bajo un manto blanco, y momentáneamente satisfizo esperanzas prisioneras en una realidad lastimosa y cruel. Como aquellas flores que llevamos a un enfermo, como las que ponemos en manos de alguien que hemos ofendido, o a quien amamos. En este caso, las de una viuda que ya harta de recibir flores fúnebres, distrajo su dolor con el encanto y frescura de una rosa blanca, como regalo de conmiseración. Sí, Ciudad Juárez es como una viuda que llora por los que caen víctimas de las balas y la maldad que habita aquí. Las condiciones rudas del tiempo, no tuvieron la autoridad suficiente para disuadir a los criminales de cumplir sus cometidos, que ya en exceso han flagelado esta comunidad, y que tan pronto dejaron su estela, las noticias que circulaban en aquel día, rezaban la tragedia de los que fueron privados de la vida, y de las familias que lamentaban la pérdida de sus seres queridos. Ahí, sin la menor duda o margen de error, las flores que se llevaron eran de luto y no de regodeo; llevaban el sabor de llanto, el color de sangre y señal de muerte. Casi por finalizar este año ya se han recibido muchos racimos de esos, y las flores, ya de unas o de otras, nos siguen conmoviendo. Vaya flores de este tiempo, vaya dicha alba, vaya pétalos maculados de carmín humano, ¡vaya día en que floreció noviembre...! Ciudad Juárez, 12 de diciembre de 2009
Foto 1: Luis Pegut Foto 2: José Mireles

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